Ramón del Valle-Inclán.
Hemos elegido a este autor por la relevancia de sus obras y sus innovaciones estéticas en el ámbito de la poesía.
Biografía del autor.
Nació en Villanueva de Arosa (en el noroeste de España), el 28 de octubre de 1866. Fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que formó parte del Modernismo en España y próximo, en sus últimas obras, a la Generación del 98; es considerado, por tanto, uno de los autores claves de la literatura española del siglo XX. Posteriormente se matricula en la facultad de leyes de Santiago aunque más que a los estudios, se dedica fundamental a participar en los círculos culturales gallegos.A la muerte de su padre, se traslada a Madrid y allí continúa su incipiente labor literaria. Y en un período bastante corto de tiempo ya sería reconocido por ciertas publicaciones en la prensa de la época..Viajó a México, donde trabajó de periodista en El Correo Español y El Universal, por lo que en esa primera estancia mexicana, que se prolongará desde marzo de 1892 hasta principios de 1893, se afirmará la vocación literaria del joven escritor. Allí se nutrirá de las nuevas corrientes estéticas, asentadas en Latinoamérica a partir la publicación de Azul de Rubén Darío, que tendremos que decir que a este autor le influyó en casi todo ámbito de su obra poética.
Y allí, firmará por primera vez sus escritos con el nombre de Ramón del Valle-Inclán.
En 1895 sale a la luz su primer libro, Femeninas, en 1902 la publicación de Sonata de Otoño le hace conocer el éxito y en 1907 se casa con la actriz Josefina Blanco a la que acompañará en numerosos viajes por diversos países: Argentina, Chile, Uruguay….
En 1912 inicia la publicación de su Opera omnia (obra por excelencia del autor). Trabaja como corresponsal de guerra para distintos periódicos, se crea para el la cátedra de estética de la Escuela de Bellas Artes a la que renuncia por no saber aclimatarse a la vida académica. En los años siguientes se suceden períodos de reconocimiento y cargos públicos con otros de penurias económicas, se divorcia de su esposa y ve rechazada definitivamente su candidatura a la Academia. Murió en Santiago el 4 de Enero de 1936. Obra del autor.
Tras iniciar un seguimiento de la obra del autor, hemos decidido separar su obra en una evolución del Modernismo al Esperpento.
Si bien podemos añadir que su obra es de gran extensión ya que el autor cultiva los tres grandes géneros tradicionales: narrativa, lírica y teatro. Su despegue como ya comentábamos antes, comienza con Femeninas y Epitalamio (1895),de estética claramente modernista, y compuesta por siete historias de amor sentimentales y sensuales con episodios en los que se ensalza el erotismo de lo «femenino» en su sentido más amplio.
Su despegue definitivo se selló en el año 1902 gracias a la publicación de la Sonata de otoño, considerada una obra maestra junto a otras tres sonatas restantes. Estas se escriben como las memorias de un donjuanesco marqués y en ellas se hace aún más notorio lo antes ya citado sobre la influencia que ejercía Rubén Darío en el autor. Cada libro se destina a una estación concreta del año y un estado de ánimo donde se producen claras relaciones entre lo sensual y lo psicológico. Su personaje, Bradomín, parece ir en contra de lo que se concebía como ‘’donjuanismo’’ ya que no creó a este como un alguien atractivo sino todo lo contrario. Lo que hace a este personaje ser exitoso es la voluntad que tiene en su manera de ser y obrar. Hemos recogido algunas críticas de las Sonatas:
‘’ la perfección de un color, de un sonido, de la suavidad de un paño, de un aroma difuso despiertan un largo recorrido de emociones y de correspondencias psicológicas’’ Zamora Vicente.
‘’Busca, dentro de la tradición castellana, ritmos nuevos, imágenes de primera mano y palabras que sorprendan. Se aprecia un gusto por lo exótico, lo pintoresco y lo raro. Fernández Almagro.
Por último recalcar el detalle de que la obra está ambientada en paisajes que tienen la intención de dar al lector un sentimiento de antigüedad durante toda su lectura (mediante jardines clásicos y elementos aristocráticos).
Posteriormente, Valle Inclán publicaría su nueva obra: La Trilogía Carlista. En esta ofrece una mezcla de realidad histórica y fantasía.
Aunque el paso al esperpento narrativo lo alcanzaría con Tirano Banderas en 1926, donde narra la caída del dictador sudamericano Santos Banderas, que dirige la región ficticia de Santa Fe de Tierra firme de modo despótico y cruel manteniéndose en el poder gracias al terror y a la opresión. La obra describe el comportamiento del Tirano y el comienzo de un movimiento revolucionario que acabará por derrocarle ante su torpeza. Valle publicó también cuentos y relatos de horror y de misterio que reunió en libros como Jardín umbrío o un ensayo de estética simbolista La lámpara maravillosa (1916) que ocupó el primer volumen de su Opera omnia.
Entre muchos favoritos, nos decantamos por un fragmento de Jardín Umbrío para mostrar:
‘’Ya sólo distinguí una sombra que rezaba bajo la lámpara del presbiterio: era mi madre, que sostenía entre sus manos un libro abierto y leía con la cabeza inclinada. De tarde en tarde, el viento mecía la cortina de un alto ventanal. Yo entonces veía en el cielo, ya oscuro, la faz de la luna, pálida y sobrenatural como una diosa que tiene su altar en los bosques y en los lagos... Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos en la puerta entreabierta. La luz de la lámpara oscilaba. En lo alto mecíase la cortina de un ventanal, y las nubes pasaban sobre la luna, y las estrellas se encendían y se apagaban como nuestras vidas."
Realmente sorprende la manera en la que el autor personifica a la luna como si de una mujer divina se tratara, y luego a su elemento que siempre le acompaña, la estrella, en este caso muchas y a su merced. Compara nuestras vidas con la luz parpadeante de las estrellas, ya que cuando una vida acaba, otra empieza.
Ahondando un poco más en su técnica propia del esperpento…
La visión que tiene Valle de la España de su tiempo es cada vez más sombría y negativa y el reflejo de esta visión está en su obra pero el cambio que va del ambiente refinado y de lujosa voluptuosidad de las Sonatas a la mascarada grotesca de El ruedo ibérico (otra obra del autor) no se hace a través de una ruptura brusca entre un estilo y otro sino gradualmente.
Como recordatorio decir que el esperpento es una deformación grotesca de la realidad con fines expresivos, héroes nacionales contemplados en espejos cóncavos, distorsionados sistemáticamente. El autor ante un mundo monstruoso y absurdo opera de forma selectiva, desintegra los hechos y ofrece al público lo que más le escandaliza y sobrecoge. Hace una crítica demoledora del orden establecido y el esperpento es a la vez tragedia y farsa. Las características de este esperpento son muy amplias, pero señalemos ahora sintéticamente las más importantes:
1. La constante deformación de la realidad mediante un estilo hiperbólico, exagerado, cuyos rasgos más sobresalientes son la degradación y la animalización de los seres humanos (mientras que objetos y animales se presentan a veces con rasgos humanos);
2. La fusión de la historia real con la ficción (la Historia de España, a través de los mitos nacionales, es bastante grotesca en sí; por otro lado, esa realidad se puebla de figuras y paisajes grotescos) como: la nueva presentación del sentido trágico tradicional inserto en el mundo moderno, de lo que resulta una visión trágico-grotesca de la condición humana y de la situación histórica. Otra, la utilización para este fin de mitos y arquetipos literarios clásicos, parodiados o deformados (Don Quijote, Homero, Dante..., por ejemplo, inspiran la figura de Max Estrella) y el tema del honor.
Nuestra actualidad aún rememora a Valle Inclán.
Desmontando a Valle-Inclán
La leyenda del gallego hiperbólico
Ignacio GARCÍA MAY | Publicado el 20/01/2012
Ramón José Simón Valle Peña nació en 1866 en Vilanova de Arousa, dentro de la pontevedresa comarca del Salnés que luego evocaría en algunas de sus obras. Pese a que esto causará un disgusto a más de un docente de instituto (y hasta de universidad), es preciso anotar aquí que jamás se llamó Ramón María; este nombre se lo puso Rubén Darío en su balada laudatoria, que es, por cierto, de lo más cursi. El apellido compuesto Valle-Inclán era el de un bisabuelo paterno y lo utilizó por primera vez, como rasgo de identidad literaria, cuando ya había cumplido los veinticinco años. Tampoco su infancia fue hidalga ni bradominesca. Su padre, a la sazón concejal del ayuntamiento, era un hombre políticamente muy activo y claramente inclinado hacia posturas progresistas; llegó a ser alcalde de Vilanova y hasta fundó un periódico.
El antecedente paterno cobra particular interés al analizar uno de los aspectos de Valle que más han confundido a los historiadores: sus a menudo contradictorios posicionamientos ideológicos.Durante el franquismo se avivó la imagen de un Valle carlista y linajudo, rasgos que, unidos a la afición del escritor por el ocultismo, permitían excusar y hasta ridiculizar como mero producto de la excentricidad sus declaraciones y actitudes más radicales y peligrosas. Es cierto que el contacto del autor con el carlismo fue prolongado y complejo, de lo cual dan fe la Sonata de Invierno, la comedia bárbara Cara de plata o novelas como El resplandor de la hoguera. Como además elogió a Mussolini en una entrevista (“Ahora nos ha venido fascista de Italia”, comentó al respecto García Lorca), la impresión de un Valle ultramontano quedaba servida.
Lo cierto es que el dramaturgo gallego fue, a imagen y semejanza de su padre, un hombre de talante progresista, y hasta podría afirmarse que más de una vez se decantó por lo abiertamente revolucionario. “Todo español tiene miedo hoy día”, declaró en una entrevista de 1929 que resulta estremecedoramente actual, “porque resulta que todo español es dueño de cuatro pesetas y con ellas ha adquirido el miedo burgués. (…) Yo puedo gritar porque no tengo nada. (…) Como no tengo nada, soy como un anarquista”. La mención específica del anarquismo que el gallego hace en esta declaración periodística no debe considerarse una mera ligereza: Valle demostró a lo largo de su vida una pertinaz resistencia a todo tipo de autoridad. Sus críticas montaraces a Alfonso XIII y a Primo de Rivera le costaron más de un disgusto, e incluso una detención en la Cárcel Modelo de Madrid.
Su pobreza bohemia forma parte también de la leyenda: si bien en años jóvenes pasó periodos de precariedad, hacia el final de su vida gozaba de una tranquilizadora estabilidad económica. También se ha exagerado en anécdotas su fama de camorrista. Entre las personas que le trataron de cerca aparece por sorpresa, pero unánimemente, un Valle elegante, tierno, cordial y de intachable urbanidad. Y sin embargo tampoco es que fuera un santo varón: su negativa a asistir al entierro de María Guerrero, los ataques despóticos contra algunos colegas, o los dolores de cabeza que le provocó a Azaña después de que éste le buscara un cargo a medida revelan otro Valle más, éste mezquino y caprichoso.
En su western, Ford hace una trampa sutil: los personajes aseguran preferir lo legendario, pero lo que la película cuenta es la historia auténtica de lo que sucedió con el forajido del título. Descubrimos entonces que la verdad es más interesante que la ficción. Tampoco Valle necesita el decorado más bien chocarrero de las anécdotas para resultar atractivo: su realidad, como la que se esconde tras la muerte de LibertyValance, fue extraordinaria.
Este artículo apareció el día 20 de este mismo mes en un periódico tan conocido como es El Mundo.Ramón José Simón Valle Peña nació en 1866 en Vilanova de Arousa, dentro de la pontevedresa comarca del Salnés que luego evocaría en algunas de sus obras. Pese a que esto causará un disgusto a más de un docente de instituto (y hasta de universidad), es preciso anotar aquí que jamás se llamó Ramón María; este nombre se lo puso Rubén Darío en su balada laudatoria, que es, por cierto, de lo más cursi. El apellido compuesto Valle-Inclán era el de un bisabuelo paterno y lo utilizó por primera vez, como rasgo de identidad literaria, cuando ya había cumplido los veinticinco años. Tampoco su infancia fue hidalga ni bradominesca. Su padre, a la sazón concejal del ayuntamiento, era un hombre políticamente muy activo y claramente inclinado hacia posturas progresistas; llegó a ser alcalde de Vilanova y hasta fundó un periódico.
El antecedente paterno cobra particular interés al analizar uno de los aspectos de Valle que más han confundido a los historiadores: sus a menudo contradictorios posicionamientos ideológicos.Durante el franquismo se avivó la imagen de un Valle carlista y linajudo, rasgos que, unidos a la afición del escritor por el ocultismo, permitían excusar y hasta ridiculizar como mero producto de la excentricidad sus declaraciones y actitudes más radicales y peligrosas. Es cierto que el contacto del autor con el carlismo fue prolongado y complejo, de lo cual dan fe la Sonata de Invierno, la comedia bárbara Cara de plata o novelas como El resplandor de la hoguera. Como además elogió a Mussolini en una entrevista (“Ahora nos ha venido fascista de Italia”, comentó al respecto García Lorca), la impresión de un Valle ultramontano quedaba servida.
Lo cierto es que el dramaturgo gallego fue, a imagen y semejanza de su padre, un hombre de talante progresista, y hasta podría afirmarse que más de una vez se decantó por lo abiertamente revolucionario. “Todo español tiene miedo hoy día”, declaró en una entrevista de 1929 que resulta estremecedoramente actual, “porque resulta que todo español es dueño de cuatro pesetas y con ellas ha adquirido el miedo burgués. (…) Yo puedo gritar porque no tengo nada. (…) Como no tengo nada, soy como un anarquista”. La mención específica del anarquismo que el gallego hace en esta declaración periodística no debe considerarse una mera ligereza: Valle demostró a lo largo de su vida una pertinaz resistencia a todo tipo de autoridad. Sus críticas montaraces a Alfonso XIII y a Primo de Rivera le costaron más de un disgusto, e incluso una detención en la Cárcel Modelo de Madrid.
Su pobreza bohemia forma parte también de la leyenda: si bien en años jóvenes pasó periodos de precariedad, hacia el final de su vida gozaba de una tranquilizadora estabilidad económica. También se ha exagerado en anécdotas su fama de camorrista. Entre las personas que le trataron de cerca aparece por sorpresa, pero unánimemente, un Valle elegante, tierno, cordial y de intachable urbanidad. Y sin embargo tampoco es que fuera un santo varón: su negativa a asistir al entierro de María Guerrero, los ataques despóticos contra algunos colegas, o los dolores de cabeza que le provocó a Azaña después de que éste le buscara un cargo a medida revelan otro Valle más, éste mezquino y caprichoso.
En su western, Ford hace una trampa sutil: los personajes aseguran preferir lo legendario, pero lo que la película cuenta es la historia auténtica de lo que sucedió con el forajido del título. Descubrimos entonces que la verdad es más interesante que la ficción. Tampoco Valle necesita el decorado más bien chocarrero de las anécdotas para resultar atractivo: su realidad, como la que se esconde tras la muerte de LibertyValance, fue extraordinaria.
Opinión personal
Para este apartado hemos seleccionado su poema “Rosa hiperbólica”, de su poco afamada obra poética ya que, aunque su verdadero potencial se encuentra en sus obras teatrales, sus poemas también guardan la esencia valleinclanesca y este nos ha llamado la atención en concreto.
ROSA HIPERBÓLICA
Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz:
-Soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de lid.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡Ya no me llama ningún laurel!
Pulsan las penas en la ventana.
Vienen de noche con su oración,
mas aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.
Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.
No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las simas como en la luz,
di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.
Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El Diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡Mañana es Hoy!
Va la carreta bamboleante
por el camino, sobre una foz,
el can al flanco va jadeante,
dentro una sombra canta sin voz:
-Soñé laureles, no los espero,
y tengo el alma libre de lid.
¡No envidio nada, si no es dinero!
¡Ya no me llama ningún laurel!
Pulsan las penas en la ventana.
Vienen de noche con su oración,
mas aún alegran en la mañana
los gorriones de mi balcón.
Echéme al mundo de un salto loco,
fui peregrino sobre la mar,
y en todas partes pecando un poco,
dejé mi vida como un cantar.
No tuve miedo, fui turbulento,
miré en las simas como en la luz,
di mi palabra con mi alma al viento,
como una espada llevo mi cruz.
Yo marcho solo con mis leones
y la certeza de ser quien soy.
El Diablo escucha mis oraciones.
Canta mi pecho: ¡Mañana es Hoy!
Nada más empezar, Valle-Inclán nos transmite esa sensación seca, de podredumbre y de unanimidad, caracterizando al personaje que transmite el poema como una sombra que canta sin voz, que se encuentra en una carreta, con un perro jadeante al lado, dándonos ya una sensación vagabundesca, como si pudiéramos escuchar el cantar de esa “sombra sin voz”.
En los siguientes cuatro versos se siente como el refunfuño de un señor de edad avanzada, sin remordimiento alguno, que balbucea sobre pasadas glorias, soñados laureles que a día de hoy no le llaman, y remarca su culmen personal dejando claro que no envidia otra cosa que no sea dinero, dando la impresión de que tuvo una vida bohemia en su pasado, que ahora, estando viejo y maltrecho, solo puede recordar.
Llama la atención como bañan los tópicos del “tempus fugit” y el “carpe diem” (“Canta mi pecho: ¡Mañana es Hoy!) el texto en los siguientes versos, clarificando que el hombre que recita fue sin duda alguna un pícaro, un pecador que se enfrentó a la vida con rebeldía y no de una forma convencional, casi con la personalidad del “superhombre” nietzschiano.
Una vez interiorizado el poema, el sentimiento que nos deja tiene un gusto claro y bien definido, no es para nada abstracto y enseña de forma breve las quejas de un antiguo bohemio de tal forma que uno se puede hacer una idea sencilla, interpretando adecuadamente cada párrafo, de lo que fueron los bohemios en su tiempo.
Sencilla e ilustrativa esta “Rosa hiperbólica”, cargada del polvo que queda en las cavilaciones de un antiguo vividor del Modernismo y la bohemia.
Curiosidades
Un autor tan extravagante como Valle-Inclán no pasa la vida sin dejar tras de sí numerosas anécdotas y rumores de los cuales procederemos a contar cuatro de ellos: La pérdida de su brazo izquierdo, sus enfrentamientos con Echegaray, el manifiesto carlista en plena dictadura y un ajuste económico con su casero.
El 24 de julio de 1899, Valle pontificaba en su tertulia del Café de la Montaña sobre los duelos, que a su parecer eran una de las Bellas Artes. Manuel Bueno, asombrado, intervino para contradecirle, y Valle, indignado, le espetó un «Qué sabe usted majadero», a la vez que blandía por el cuello una botella con actitud amenazante. Bueno se defendió a bastonazos y sus golpes, como ha demostrado Joaquín del Valle-Inclán, le provocaron a don Ramón, además de una herida en la cabeza que sangraba aparatosamente, «la fractura de los huesos del antebrazo izquierdo». En otras palabras, los huesos quedaron fragmentados en trozos muy pequeños que le causaron numerosas heridas internas. Se trataba de una lesión muy seria, y no de un simple rasguño causado por el gemelo de la camisa, como tantas veces se ha dicho. El doctor Barragán tuvo que terminar amputándole el brazo gangrenado, tal como figura en el certificado expedido por el cirujano. El médico contaba que Valle pidió quedarse solo en la operación para que los demás no le viesen llorar. Más tarde, el escritor fabularía este hecho fatal de muy diferentes maneras.
Disputas con EchegarayEn enero de 1900, El Liberal convocó un concurso literario de cuentos. Valle aspiraba convocó un concurso literario de cuentos. Valle aspiraba al premio con su relato Satanás. El jurado, compuesto por Echegaray, Fernández Florez y Valera, concedió el primer premio a José Nogales y el segundo a la Pardo Bazán. Pero después del fallo, Valera denunció que el mejor cuento era el de Valle, y que el resultado había sido manipulado por Echegaray y Fernández Flórez. En 1902, la historia y los actores se volvieron a repetir. Esta vez el primer premio se declaró desierto por las presiones de Echegaray, y a Valle le concedieron el segundo, dotado con 250 pesetas.
Cuando quedaba herido en su orgullo, Valle-Inclán era terrible, y en este caso declaró abiertamente la guerra a Echegaray. Un hijo de este se arrimó cierto día a la tertuliade nuestro escritor, quien, viéndole llegar, exclamó con intención: «Ese donJosé está obsesionado por la infidelidad matrimonial. Todas sus obras son autobiografías de un marido engañado». Al oír esto, el vástago le mandó callar, identificándose como hijo del dramaturgo, a lo que Valle, entre el regocijo general, contestó: «¿Está usted seguro, joven?» En 1905, además, Valle encabeza la protesta contra el homenaje a Echegaray por la concesión del Premio Nobel de Literatura.
Manifiesto Carlista
Cuando Primo de Rivera prohibió cualquier referencia a los símbolos carlistas, sólo por llevar la contraria, Valle Inclán salió a la calle vestido con el uniforme carlista y portando una inmensa bandera. Cuando fue encerrado por esta acción, Valle Inclán se dedicó a vociferar, desde los barrotes de la cárcel, a voz en grito, causando gran estupor de todos los transeúntes:
"¡Españoles!¡Soy el rey Alfonso XIII!¡Primo me ha secuestrado para obligarme a abdicar en él!¡Liberaaadme!".
Ajuste económico con el casero
Sobre su escaso pecunio, se cuenta la anécdota de que el casero subió a casa de Valle Inclán para cobrar el alquiler, escondiéndose el escritor en un armario. Pese a que el criado le indicó al casero que Valle Inclán no se hallaba en la casa, el casero rebuscó y rebuscó hasta por fin encontrarle. Cuando lo hizo, el literato, lejos de mostrarse avergonzado, le espetó:
-Es usted un grosero y un maleducado. Podría encontrarme aquí desnudo, y usted ha abierto la puerta sin tan siquiera llamar.
Bibliografía
http://www.elpasajero.com/Biografia.htm
Libros: ‘’Valle-Inclán, la fiebre del estilo’’, editorial Espasa ‘’Ramón del Valle Inclán’’, editorial Austral Summa
Hecho por: Marta Güimil Luna y José Manuel Rivero.
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