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domingo, 13 de mayo de 2012


          Blas de Otero

             



Esta vez hemos centrado nuestro trabajo en uno de los poetas que nos resulta más interesante debido a su alta variedad de temas a tratar en sus obras. Para comenzar, hablaremos un poco de su vida para saber en qué contexto y circunstancias se encontraba el mismo, combinándola con pequeñas citas que él escribió corroborando los datos que exponemos.



Biografía del autor



Blas de Otero nace en Bilbao el 15 de Marzo del año 1916. De sus propias raíces el mismo autor cita:
Nací en Bilbao… Mi abuelo paterno era capitán de barco y el materno, tipo muy original, era médico famoso que murió el mismo año en que nací. Mi padre, que había hecho estudios en Inglaterra, tenía un negocio de metales en Bilbao. La primera guerra europea favoreció mucho este tipo de actividades y nosotros vivíamos anclados en la clase acomodada. Por entonces, estaba mademoiselle Isabel en su casa”.
Se instruyó en el Colegio de Los Jesuitas de Indautxu para hacer el Preparatorio y el Bachillerato. Repetimos otra cita del autor, de lo que se pueden considerar sus primeras letras en Bilbao:
“A los siete años ingresé en el colegio que tenía María de Maeztu. La experiencia del instituto-escuela fue inolvidable. De allí pasé a los jesuitas, donde permanecí dos años. Yo no tengo la culpa de que el recuerdo sea tétrico”.
Con sólo 10 años, se mudaría a la capital de España, Madrid, para pasar allí cinco años de su vida. Su situación económica, podía ser calificada de pésima, ya que no tenían los recursos para sustentar a la familia.
“Tuvimos que vender hasta la última silla para sacar el billete a Bilbao”.
Tras la muerte de su padre y uno de sus hermanos, el autor comenzó a descubrir su propia identidad, y en este ambiente de pesimismo comenzaría a escribir influenciado por todo lo anterior. Estudiaría Derecho en la universidad, pese a que no fue su primera opción, con la muerte de su hermano, el cual empezó esa misma carrera, fue animado a seguirla y cubrir su lugar. Posteriormente se trasladó a Madrid donde se dedicó por entero a la creación literaria. Durante algún tiempo también se dedicó a la enseñanza pero la abandonaría al ser reconocido internacionalmente como poeta, para dedicarse a partir de este momento plenamente a su obra y a sus actividades de conferenciante.
 Víctima de una inestabilidad emocional que lo llevó a sufrir varias crisis nerviosas, Blas de Otero halló refugio a sus problemas en la religión. En ese marco, se convirtió en miembro de la Federación Vizcaína de Estudiantes Católicos y congregante de Los Luises de San Estanislao de Kostka. Además, los poemas que publicó por esos años reflejaban una clara influencia de los místicos españoles y de la literatura cristiana. Incluso hasta estaban firmados como “Blas de Otero, C.M.”, es decir, congregante mariano.
Tras terminar en 1935 la carrera de Derecho en Zaragoza, el escritor comenzó a ganarse la vida como asesor jurídico sin descuidar su actividad dentro del mundo literario. Así fue como, en 1943, decidió instalarse en Madrid con el objetivo de graduarse en Filosofía y Letras, pero el ámbito académico no resultó ser como el creía y, una vez más, regresó a Bilbao.
“Cántico espiritual”, “Ángel fieramente humano”, “Redoble de conciencia”, “Ancia”, “Pido la paz y la palabra”, “En castellano” y “Esto no es un libro” son algunas de las obras, a contar con posterioridad,  que componen la producción literaria de este español que falleció el 29 de junio de 1979 en Madrid, víctima de una embolia pulmonar.




Obra del autor.



Primero, y antes de proceder a su obra de forma extendida, hemos considerado mejor la posibilidad de situarnos en el contexto en el que el autor escribía, es decir, dar las características e influencias que recibió para poder desarrollar la obra, y así, de un modo u otro, facilitar la comprensión de cómo evolucionó su obra, porqué usó ciertos temas y a qué se debían sus iniciativas, qué intención tenía.
Todo comienza con su fe…
La poesía religiosa de Blas de Otero se encuadra en sus primeros años de vida, alrededor de 1935, en la época en la cual aún era católico creyente y practicante. La producción poética de estos años no es muy abundante, pero sí que contiene obras clave para que posea cierta relevancia como período. Con esto nos referimos a Cántico espiritual que se  trata de un poema de amor a lo divino, siguiendo los preceptos de la poesía religiosa castellana y, concretamente, de la mística;  y por otro lado pero no menos importante,  Ángel fieramente humano. Realmente no creemos que pueda ningún otro que pueda describir mejor que un poema que hemos encontrado en el segundo libro ya citado, y este es llamado ‘’Hombre’’ y dice así:
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.

Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto.
Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.

Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.

Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Este poema, Hombre,  curiosamente observamos que pertenece a la  introducción del libro en el que aparece, porque se plantea el problema de la existencia y el estado anímico de Blas de Otero que se convierte en un grito hacia Dios. Tiene fe, pero teme a la pasividad del ser divino hacia sus súplicas. Junto a este tema, hemos observado que podemos encontrar otros subtemas fundamentales como es el de la muerte, una de las principales obsesiones del poeta desde su juventud: “Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte”,” Si he de morir…”  y sólo el silencio por respuestaque hunde al poeta en el conocimiento de la naturaleza del hombre: “Esto es ser hombre: horror a manos llenas”. 
La idea de que Dios le observa pero no interviene en su vida para acudir a sus llamadas y gritos, hará que el autor comience a perder su fe y con ello, radicalice su obra en un cambio brutal de temas que tratará en ellas. Prácticamente, este será su punto y aparte en su relación con el ámbito de la religiosidad.

Comienza la ETAPA EXISTENCIAL del autor, pero antes de nada… ¿Qué es el existencialismo?

Para poder entender cuál fue el cambio y donde se marca el principio y fin de sus etapas como escritor, debemos entender en qué se basa. El existencialismo, será la base que sustente todas sus obras pertenecientes a un segundo ciclo, al cambio de sus ideas y a un nuevo comienzo y reconocimiento como autor destacable.
Los existencialistas no creen que el individuo sea una parte de un todo, sino que cada ser humano es una integridad libre por sí misma. La existencia propia de una persona es lo que define su esencia y no una condición humana general. En otras palabras, el ser humano existe desde que es capaz de generar cualquier tipo de pensamiento. El pensamiento hace que la persona sea libre: sin libertad, no hay existencia. Esta misma libertad convierte al individuo en un ser responsable de sus actos. La persona debe hacerse cargo de los actos que realiza en el ejercicio de su libertad. Esta corriente puede dividirse en diversas escuelas, como el existencialismo teísta (reflexiona sobre la existencia de Dios y el Espíritu), el existencialismo ateo (niega lo divino) y el existencialismo agnóstico (considera que la existencia de Dios es irrelevante para la existencia humana).

Y esto Blas de Otero, lo toma y lo lleva cabo de la siguiente manera…

En Blas de Otero el existencialismo aparece en una etapa de transición (en los años 50), como respuesta a la crisis espiritual de 1945 durante la cual pierde la fe. A través de ella llega a lo que será el estadio definitivo de su poética, la poesía social. 


El tema del amor en Blas de Otero está presente a lo largo de toda su obra con distintas manifestaciones: hacia Dios, hacia la mujer, hacia el prójimo; su poesía es a veces espiritual, otras carnal y otras humana, pero ante todo amorosa. El amor espiritual aparece sobre todo en su primera etapa; el humano, en la tercera. El amor carnal se muestra durante toda su obra poética, pero es sobre todo durante la época existencial en la cual sirve de puente que conecta el amor hacia lo Absoluto con el amor hacia lo mundano; es una de las herramientas líricas que llevan a la voz del poeta hasta la solidaridad con sus semejantes. El amor que siente el poeta busca un destinatario a quien poder ser entregado por entero; pero el amor divino sólo le devuelve silencio; el carnal es temporal y se termina; sin embargo, el amor al prójimo, que empieza a intuirse, parece ofrecer lo que el yo está buscando. Gracias a esa intuición el poeta es capaz, tras aceptar su propia finitud y sus limitaciones, de dirigir su mirada hacia los demás y crear una nueva persona poética: el "nosotros" que configurará la tercera y última época de su poesía (social, de la que hablaremos con posteridad).

Las tres obras existencialistas de Blas de Otero mantienen una misma línea temática, con idéntico punto de partida, desarrollo y meta, aunque distinto tratamiento de los mismos asuntos, cierta graduación de contenidos y, sobre todo, distinta estructura.
Tenemos: Ángel fieramente humano (que puede observarse como integrante de las dos épocas, ya que al principio comenzará con una idea el libro pero lo acabará con otra totalmente diferente), Redoble de conciencia(1951) y Ancia.

Veamos algunas muestras claras de su existencialismo:

                                                            DIGO VIVIR 

Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal:
aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

No hace falta dar mucha más evidencia que el verso en el que nos dice:
 ‘’Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra más inmortal’’.

Ya en Ancia,(1958)  se refuerzan las cuestiones humanistas y se debilita el planteamiento de los problemas metafísicos y teológicos: es la proclamación de la postura poética a favor del hombre. En cuanto a la forma, aunque siguen apareciendo poemas de corte tradicional y clasicista, hay otras composiciones de nueva tipología: poemas en prosa y versículos y poemillas breves (pareados, aforismos, chistes...).
                    
                     Volví la frente: Estabas. Estuviste
                         esperándome siempre.
                        Detrás de una palabra
                             maravillosa, siempre.

                         Abres y cierras, suave, el cielo.
                         Como esperándote, amanece.
                         Cedes la luz, mueves la brisa
                          de los atardeceres.

                          Volví a la vida; vi que estabas
                         tejiendo, destejiendo siempre.
                         Silenciosa, tejiendo
                        (tarde es, amor, ya tarde y peligroso.) 
                          y destejiendo nieve...


Y llega así su etapa cumbre… la SOCIAL.


El principal paso que da la poesía existencial para volverse social es el cambio de persona, del "yo" al "nosotros". La poeta, aceptada su condición humana, encuentra su sitio entre el resto de seres humanos, y halla también una razón vital: la solidaridad humana, la búsqueda de un mundo mejor a través de la poesía. El poeta defiende la utopía humanista porque ya no tiene una fe religiosa: no hay un Más Allá perfecto al que aspirar, pero, aunque el hombre esté condenado a venir de la nada y caminar hacia ella, se debe luchar para conseguir que su vida sea digna y feliz.


Otero pretende huir del famoso lema de Juan Ramón Jiménez “A la minoría siempre” o “A la inmensa minoría”, y se dirige “A la inmensa mayoría” (dedicatoria que estampa al frente de uno de sus libros), a esa inmensa mayoría de hombres que, al igual que el poeta, nacen, viven, aman, sufren y mueren, en un mundo como un árbol desgajado.
Se dedicará a ser un ‘’despertador de la conciencia humana ante la cruda realidad que rodea al hombre’’.
El poeta se convierte en un profeta que señala los errores del presente para conseguir superarlos y acceder a un futuro mejor; Otero aún está obsesionado con los valores absolutos, pero ahora los busca en el presente histórico. Así pues, se distinguen tres tiempos poéticos:
1.   El pasado histórico: expectativas de trascendencia y eternidad; época de conflicto interno, de búsqueda interior. Significa rechazo y negación por el fracaso total de las antiguas concepciones del mundo; también implica autodestrucción.
2.  El presente histórico: El yo poético proclama su propia humanidad y finitud, su pertenencia al género humano; después habla del hombre en general, su situación en el mundo, su contexto, los defectos de la sociedad en que habita; finalmente predica su propia doctrina, la salvación a través de la poesía.
3.  El futuro utópico: es la ilusión que justifica el trabajo y el esfuerzo del presente. La ideología del trabajo solidario no se sustenta en su entrega, sino en los futuros logros. Llegar a la utopía es difícil porque hay una lucha impidiéndolo: la del pasado histórico que trata de permanecer y el presente que debe romper con el pasado para posibilitar un cambio. 

A título general, podría decirse que hay una tendencia a modelos cada vez más libres según el orden de composición: Pido la paz y la palabra y En castellano son más tradicionales que Que trata de España.

Aunque posteriormente, comentemos algún poema de esta etapa, especialmente encontramos realmente interesante ‘’Pido la paz y la palabra’’ porque observamos una profundidad magistral en su intención de hacer eco al mundo de los problemas que como ‘’ciegos’’ no ven los demás y que tanto le ahogan a él.



Afortunadamente hallamos una parte de El Quijote de Miguel Delibes, que parece estar hecha para encajar a la perfección con el tema que estamos tratando :
—¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana.
—Así es —dijo Sansón—, y el buen Sancho Panza está muy en la verdad destos casos.
—Señores —dijo don Quijote—, vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño. Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy agora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía, y prosiga adelante el señor escribano.
En los periódicos…


Redoble de conciencia

JOSE ANTONIO GABRIEL Y GALAN . El país.
El corral literario está tan alborotado como el resto de los corrales del país, si no más. Es un alboroto incandescente, de intensidad superior al de las tradicionales trifulcas entre artistas. Y es que al escritor español, cualquiera que sea su lugar en la escala, le está corroyendo un sentimiento de frustración. Es consciente, cómo no, de que su obra navega entre la indiferencia generalizada, como un juguete roto en el naufragio de una sociedad sorda a la cultura. Rodeado, al mismo tiempo, de una confusión de nombres y entorchados producto de cabildeos inenarrables.La agitación mayor no se produce actualmente entre los propios escritores, sino entre éstos y los críticos. Críticos y escritores parecerían envueltos en una riña callejera, se mueven en pesados círculos de noria, dan vueltas y más vueltas a idénticas acusaciones. Ambos buscan en el otro al culpable de su frustración. Hasta el punto de que cabe preguntarse: ¿No serán todos víctimas de una sutil conspiración externa? Como suele ocurrir en estos casos, cada denuesto contiene una cierta dosis de razón. 

Como podemos ver, ha sido empleado uno de los títulos de los poemas de la segunda época del autor intencionadamente. Claramente el uso de este, se ha dado para asemejar el sentimiento que poseía Blas de frustación con lo que en su artículo procediera a explicar.

Frases célebres de Blas…


"Y siento ganas de llorar o hacer la revolución
cuanto antes."
Poeta colonial

"Si me muero, que sepan que he vivido
luchando por la vida y por la paz.
Apenas he podido con la pluma,
apláudanme el cantar."
"Campo de amor"

"Si escribo
es por seguir la costumbre
de combatir
la injusticia."

 "La vida"



Comparación con la actualidad

En el transcurso de este trabajo, hemos podido ver con nuestros propios ojos los sentimientos de melancolía, frustración y lucha incansable que manifiesta Blas de Otero en gran parte de su obra por el dolor de ver a su país hundido en la inmundicia, al igual que en nuestra época (si bien por cuestiones distintas)lo cual nos ha llevado a interpretar de forma distinta sus poemas, enfocándolos con un prisma contemporáneo.
Blas de Otero se quejó, entre otras cuestiones, de la censura del régimen de entonces, donde los autores eran reprimidos violentamente. Hoy día, la “censura” como tal, en su forma legal, no existe en España, sin embargo nos encontramos con las modas y las ansias de aceptación social por encima de todo, para lo cual el individuo debe suprimirse y formar parte del mismo conglomerado de personas de características clónicas.
La “censura” es notable a su vez en la actividad revolucionaria, habiéndose ilegalizado hace muy poco las reivindicaciones pacíficas e incluso penalizando a las personas que organicen manifestaciones vía internet, dedicando las autoridades un equipo especializado para esto.
Si bien la dictadura ya no existe, lo socialmente aceptable de aquellos tiempos sigue perdurando pero esta vez manchado del ultra liberalismo y consumismo estadounidense, el “tanto tienes tanto vales” que consigue que jóvenes prometedores sufran serias dificultades para llevar unos estudios cada vez más caros, ¿Acaso no es esto una forma de censurar? Los jóvenes adinerados y borregos serán los que lleguen más “alto” y los que dominen el mundo del mañana, con los mismos fallos y errores, sino peores, y para ello hay que censurar silenciosamente las voces que buscan el cambio.
La dictadura nunca se fue, solo se silenció para que España tuviera buena cara a la hora de entrar en el mercado global, ahora no nos callan mediante balas, sino mediante marginación social, ahora la religión está de capa caída, pero la función de control de masas la tiene la televisión y el fútbol. Ahora es más peligroso, pues hay que luchar contra un enemigo que no se ve, y ahí es cuando más se nota el espíritu de Blas de Otero, en querer alzar la voz, en ver a su patria dirigida por payasos mientras los verdaderos líderes son condenados y excluidos y la juventud es corrompida para formar parte de un rebaño de ovejas.
Ese dolor y esa ansía por ser escuchado de Blas de Otero es lo que nosotros y miles de jóvenes españoles sienten hoy día, y algunos caen en la sumisión por no abrazar la soledad o ser tachados de enfermos mentales.
Bienvenidos a España.
Comentario de texto

 Un mundo como un árbol desgajado…
                      Besas como si fueses a comerme…
                      Porque quiero tu cuerpo ciegamente…
                      Luchando, cuerpo a cuerpo con la muerte…
                      Con la sangre hasta la cintura, algunas veces…

Hombre
Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al borde del abismo, estoy clamando
a Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga mi voz en el vacío inerte.
Oh Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo. Arañando sombras para verte.
Alzo la mano, y tú me la cercenas.
Abro los ojos: me los sajas vivos.
Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser —y no ser— eternos, fugitivos.
¡Ángel con grandes alas de cadenas!

Blas de Otero es el poeta que mejor representa y el más importante de la poesía social de los años cincuenta en España.

El poema es fruto de la situación anímica del Blas de Otero que está atravesando una época complicada ya que, al romper con el Dios de su primera época religiosa, el poeta se enfrenta a la angustia del vacío y a la muerte. Por eso, el tema del poema es el grito desesperado del poeta a Dios en un momento tan trascendente para todo hombre como es el de su muerte.

Junto a este tema, característico de la poesía existencialista y desarraigada, podemos encontrar otros subtemas fundamentales como es el de la muerte, una de las principales obsesiones del poeta desde su juventud: “Luchando, cuerpo a cuerpo, con la muerte”,” Si he de morir…” y sólo el silencio por respuesta que hunde al poeta en el conocimiento de la naturaleza del hombre: “Esto es ser hombre: horror a manos llenas”.
El argumento del poema sería el siguiente: El poeta, en el momento más trascendente de su vida, el de su muerte, llama a Dios buscando una ayuda y no encuentra más que un silencio que lo  hunde en el vacío. Ese Dios al que clama es violento pues cercena la búsqueda del poeta que, al no recibir respuesta, se da cuenta de lo que en realidad es ser hombre, algo fugitivo y caduco.
La estructura externa del poema corresponde a los metros que caracterizan a esta obra: es un soneto de corte clásico formado por catorce versos endecasílabos, de rima consonante ( -erte, -ando, -enas, -ivos) divididos en los cuartetos y dos tercetos.
En cuanto a la estructura interna, el poema aparece dividido en dos partes bien diferenciadas según el contenido del mismo. La primera parte comprendería las tres primeras estrofas iniciales: ”Luchando…vuelven tus arenas” en las que aparece el clamar del poeta hacia Dios y el silencio de éste; la segunda parte comprende sólo el segundo terceto: “Esto es ser hombre… alas de cadenas” en el que Blas de Otero reflexiona acerca de la condición humana y  la naturaleza del hombre.



Análisis del contenido



El rasgo más importante que se desprende de la interpretación de este poema es la subjetividad que empapa todo el texto. Blas de Otero nos  habla de sus sentimientos personales, de  la angustia de un hombre arrojado al mundo  (existencialismo) y sólo frente a su mayor obsesión: la muerte. Esa angustia metafísica aparece reflejada en las exclamaciones que se repiten en la segunda estrofa: “Oh Dios”, o en la frase cierre del poema que recoge la conclusión del hombre: un ser encadenado a su propio fin: “¡Ángel con grandes alas de cadenas”.  Esa subjetividad marca el leit-motiv del poema.
Sólo aparecen dos personajes aparentemente dialogando: el "yo", del poeta; y  el "tú",  de Dios.  El poeta solitario y sufriente, como ser destinado a la muerte y en un contexto de desolación anímica y de miedo, y ansioso de sobrevivir, para no perderse en el vacío: “el vacío inerte”  busca desesperadamente y a gritos un "tú" para dialogar y sólo encuentra el silencio y dureza en los gestos divinos. Ésta es la clave del poema. El resto es consecuencia de este buscar ayuda y del no encontrar respuesta.
El poema se inicia con un léxico violento que marca el combate final del hombre: “Luchando, cuerpo a cuerpo” con una personificada muerte. Ésta es el abismo al que está abocado todo ser humano y del que quiere salvarse el poeta. Señalaremos que el “yo”- “tú” dialogante aparece ya en esta primera estrofa mostrando, más que un diálogo, el monólogo  suplicante del poeta en ese ”estoy clamando” “Estoy hablando solo” y en la metonímica “mi voz” que se ahoga en un silencio divino que no escucha las  súplicas de un alma angustiada: “quiero tenerte despierto” al  que, diariamente,  en el  silencio de la noche desgarradoramente le suplica: ”Arañando sombras para verte”.  Nuevamente se señalará la violencia implícita del verbo arañar  y el “yo” del poeta se mueve en la noche y en las sobras del miedo y la desesperanza:”noche a noche”, “sombras para verte”.
La antítesis voz (poeta) silencio (Dios) marcan los dos polos del diálogo, al igual que la oposición de pronombres  y los verbos de 1ª y 2ª persona: “me” (poeta), “tú” (Dios), “ quiero, estoy, alzo, tengo” (poeta), “sajas, cercenas” (Dios). La violencia del Dios que no responde aparece reflejada en le tercera estrofa en la que Blas de Otero muestra su desesperación ante la actitud divina. Dios es un ser que agrede al poeta. Nuevamente las antítesis marcan esa situación de desesperación del poeta y el lenguaje se vuelve más violento. Dios cercena toda posibilidad de salvación ante la muerte: “Alzo la mano, y tú me la cercenas”, “Abro los ojos: me los sajas vivos” “Sed tengo, y sal se vuelven tus arenas”.

El último terceto recoge la agónica consecuencia a la que llega el poeta: En ausencia de Dios, el hombre es un ser lleno de horror y desesperación (existencialismo): “horror a manos llenas”, y la exclamación metafórica final: el hombre es un ángel caído y encadenado a la muerte: “Ángel con grandes alas de cadenas!

Por último, señalaremos que los encabalgamientos abruptos que utiliza el autor en las dos  primeras estrofas:” clamando/a Dios”, “no sé cuándo/oirás mi voz”, “estoy hablando/solo” contribuyen a acentuar el dramatismo del sentimiento de abandono por parte de Blas de Otero.
Opinión personal

Viendo ese “realismo sucio” con el que escribe Blas de Otero pensamos que se aprecia realmente lo banal de la España del momento, así como la pureza de las emociones, que no tienes porque ser siempre bellas o con adornos típicos del Modernismo.
Personalmente valoramos ese carácter grotesco que tienen sus escritos, la frustración de ver como tu país, tu hogar, se ve engullido por la decadencia, la muerte y la mediocridad, esos sentimientos de amargura y desesperación y sobretodo la impotencia como de quien ve a su amada morir lentamente es lo que nos ha conmovido y hecho apreciar la obra de Blas de Otero no solo como una representación de lo que ocurrió en esa época, sino también como una adecuación de los sucesos de hoy día, que llaman a los mismos sentimientos y a la misma indignación, pero con el aliciente de que muy pocos se sienten ofendidos o atados por unos “líderes” que están haciendo de España algo así como un bufón prostituido y dejando a sus habitantes como animales dirigidos al matadero, con el único propósito de que nazcan estudien y sigan fabricando dinero para el beneplácito de los mercados y las cuentas corrientes de personas ineficientes que se llaman a si mismos líderes, cuando solo son parásitos con hambre de “poder”. 

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