Jorge Luis Borges
Jorge
Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 –
Ginebra, 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores más
destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y
poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento humano, ha
sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende
cualquier clasificación y excluye cualquier tipo de dogmatismo.
Es
considerado como uno de los eruditos más grandes del siglo XX, lo cual no
impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de
simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas
utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios
lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers
teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso
paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector
casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el
pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo
un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos,
matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la
perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus
ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una
obra que hace honor a la lengua española y la mente universal.
Trabajó
en la Biblioteca Nacional (1938-1947) y, más tarde, llegó a convertirse en su
director (1955-1973). Conoció a Adolfo Bioy Casares y publicó con él Antología
de la literatura fantástica (1940). A partir de 1955 fue profesor de Literatura
inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Durante esos años, fue abandonando
la poesía en favor de los relatos breves por los que ha pasado a la historia.
Aunque es más conocido por sus cuentos, se inició en la escritura con ensayos
filosóficos y literarios, algunos de los cuales se encuentran reunidos en
Inquisiciones. La historia universal de la infamia (1935) es una colección de
cuentos basados en criminales reales. En 1955 fue nombrado académico de su país
y en 1960 su obra era valorada universalmente como una de las más originales de
América Latina. A partir de entonces se suceden los premios y las
consideraciones. En 1961 comparte el Premio Fomentor con Samuel Beckett, y en
1980 el Cervantes con Gerardo Diego. Murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986.
Nacido
el 24 de agosto de 1899 en Buenos Aires, e hijo de un profesor, estudió en
Ginebra y vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los
escritores ultraístas. En 1921 regresó a Argentina, donde participó en la
fundación de varias publicaciones literarias y filosóficas como Prisma
(1921-1922), Proa (1922-1926) y Martín Fierro en la que publicó
esporádicamente; escribió poesía lírica centrada en temas históricos de su
país, que quedó recopilada en volúmenes como Fervor de Buenos Aires (1923),
Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). De esta época datan sus
relaciones con Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliveiro
Girondo
Jorge
Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la
independencia del país. Su antepasado, el coronel Isidro Suárez, había guiado a
sus tropas a la victoria en la mítica batalla de Junín; su abuelo Francisco
Borges también había alcanzado el rango de coronel.
Pero
fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se
empleó como profesor de psicología e inglés. Estaba casado con la delicada
Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la casa de
los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al barrio de Palermo, a
la calle Serrano 2135, donde creció el aprendiz de escritor teniendo como
compañera de juegos a su hermana Norah.
En
aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny
Haslam y, como se refleja en tantos versos, los recuerdos de aquella dorada
infancia lo acompañarían durante toda su vida. Apenas con seis años confesó a
sus padres su vocación de escritor, e inspirándose en un pasaje del Quijote
redactó su primera fábula cuando corría el año 1907: la tituló La visera
fatal. A los diez años comenzó ya a publicar, pero esta vez no una
composición propia, sino una brillante traducción al castellano de El
príncipe feliz de Oscar Wilde.
En
el mismo año en que estalló la Primera Guerra Mundial, la familia Borges
recorrió los inminentes escenarios bélicos europeos, guiados esta vez no por un
admirable coronel, sino por un ex profesor de psicología e inglés, ciego y
pobre, que se había visto obligado a renunciar a su trabajo y que arrastró a
los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse definitivamente en la
neutral Ginebra cuando estalló el conflicto.
Gracias
al fin de las hostilidades y después del fallecimiento de la abuela materna, la
familia Borges marchó a España en 1919. Inicialmente se instalaron en Barcelona
y luego se trasladaron a Palma de Mallorca. En esta última ciudad Borges
escribió dos libros que no publicó: Los ritmos rojos, poemas de elogio a
la Revolución rusa, y Los naipes del tahúr, un libro de cuentos. En
Madrid y en Sevilla participó del movimiento literario ultraísta, que luego
encabezaría en Argentina y que influiría poderosamente en su primera obra
lírica.
Colaboró con poemas y en la crítica literaria en las revistas Ultra,
Grecia, Cervantes, Hélices y Cosmópolis. Su primera
poesía, Himno al mar, escrita en el estilo de Walt Whitman, fue
publicada en la revista Grecia el 31 de diciembre de 1919.En esta época
conoció a su futuro cuñado, Guillermo de Torre, y a algunos de los principales
escritores españoles de la época, como Rafael Cansinos-Assens —a quien
frecuentaba en el famoso Café Colonial y a quien siempre consideró su maestro—
Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán y Gerardo Diego.
De
regreso en Buenos Aires, fundó en 1921 con otros jóvenes la revista Prismas y,
más tarde, la revista Proa; firmó el primer manifiesto ultraísta argentino, y,
tras un segundo viaje a Europa, entregó a la imprenta su primer libro de
versos: Fervor de Buenos Aires (1923). Seguirán entonces numerosas
publicaciones, algunos felices libros de poemas, como Luna de enfrente
(1925) y Cuaderno San Martín (1929), y otros de ensayos, como Inquisiciones,
El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos, que
desde entonces se negaría a reeditar.
Durante
los años treinta su fama creció en Argentina y su actividad intelectual se
vinculó a Victoria y Silvina Ocampo, quienes a su vez le presentaron a Adolfo
Bioy Casares, pero su consagración internacional no llegaría hasta muchos años
después. De momento ejerce asiduamente la crítica literaria, traduce con
minuciosidad a Virginia Woolf, a Henri Michaux y a William Faulkner y publica
antologías con sus amigos. En 1938 fallece su padre y comienza a trabajar como
bibliotecario en las afueras de Buenos Aires; durante las navidades de ese
mismo año sufre una herida en la cabeza, comenzó a perder la visión hasta
quedar completamente ciego.
Al
agudizarse su ceguera, deberá resignarse a dictar sus cuentos fantásticos y
desde entonces requerirá permanentemente de la solicitud de su madre y de su
amigos para poder escribir, colaboración que resultará muy fructífera. Así, en
1940, el mismo año que asiste como testigo a la boda de Silvina Ocampo y Bioy
Casares, publica con ellos una espléndida Antología de la literatura
fantástica, y al año siguiente una Antología poética argentina.
En
1942, Borges y Bioy se esconden bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y entregan
a la imprenta unos graciosos cuentos policiales que titulan Seis problemas
para don Isidro Parodi. Sin embargo, su creación narrativa no obtiene por
el momento el éxito deseado, e incluso fracasa al presentarse al Premio
Nacional de Literatura con sus cuentos recogidos en el volumen El jardín de
los senderos que se bifurcan, los cuales se incorporarán luego a uno de sus
más célebres libros, Ficciones, aparecido en 1944.
En
1945 se instaura el peronismo en Argentina, y su madre Leonor y su hermana
Norah son detenidas por hacer declaraciones contra el nuevo régimen: habrán de
acarrear, como escribió muchos años después Borges, una "prisión valerosa,
cuando tantos hombres callábamos", pero lo cierto es que, a causa de haber
firmado manifiestos antiperonistas, el gobierno lo apartó al año siguiente de
su puesto de bibliotecario y lo nombró inspector de aves y conejos en los
mercados, cruel humorada e indeseable honor al que el poeta ciego hubo de
renunciar, para pasar, desde entonces, a ganarse la vida como conferenciante.
En diciembre de ese mismo año fue designado miembro de la Academia Argentina de
Letras.
Publicó Los orilleros, El paraíso de los creyentes, Cuentos
breves y extraordinarios, Poesía gauchesca, La hermana Eloísa
y Leopoldo Lugones. Se le confirmó, además, en la cátedra de Literatura
Alemana y, luego, como director del Instituto de Literatura Alemana en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La revista Ciudad
le dedicó un volumen crítico y bibliográfico sobre su obra. Apareció Ficciones
en italiano, bajo el título La Biblioteca di Babele. Tras varios
accidentes y algunas operaciones, un oftalmólogo le prohibió leer y escribir.
Aunque aún distinguía luces y sombras, esta prohibición cambió profundamente su
práctica literaria. Borges se fue quedando ciego como consecuencia de la
enfermedad congénita que había ya afectado a su padre.
En
1956 dictó el curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires,
fue nombrado catedrático titular en la misma universidad, recibió un doctorado Honoris
Causa de la Universidad de Cuyo y fue nombrado presidente de la Asociación
de Escritores Argentinos. En Montevideo criticó ásperamente al peronismo
depuesto y defendió a la Revolución Libertadora. Entre 1957 y 1960 publicó Manual
de zoología fantástica y El hacedor, una colección de textos breves
y poemas dedicada a Leopoldo Lugones. Hizo una nueva actualización de Poemas
y publicó en el diario La Nación el poema Límites.
Viajó
junto a su madre a Estados Unidos, invitado por la Universidad de Texas y por
la Fundación Tinker, de Austin. Allí dictó conferencias y cursos sobre
literatura argentina durante seis meses. En Nueva York se editó una antología
de sus cuentos titulada Labyrinths y se tradujo al alemán Historia
universal de la infamia. En 1962 se estrenó el film Hombre de la esquina
rosada, basado en el cuento homónimo, que dirigió René Mugica. Finalizó una
biografía sobre el poeta Almafuerte. En compañía de su madre, viajó a Europa en
1963 y ofreció numerosas conferencias. De regreso a Buenos Aires terminó una
antología sobre Evaristo Carriego.
En 1967 contrae matrimonio con una antigua amiga de su
juventud, Elsa Astete Millán, boda de todos modos menos tardía y sorprendente
que la que formalizaría pocos años antes de su muerte, ya octogenario, con
María Kodama, su secretaria, compañera y lazarillo, una mujer mucho más joven
que él, de origen japonés y a la que nombraría su heredera universal. Pero la
relación con Elsa fue no sólo breve, sino desdichada, y en 1970 se separaron
para que Borges volviera de nuevo a quedar bajo la abnegada protección de su
madre.
Los últimos
reveses políticos le sobrevinieron con el renovado triunfo electoral del
peronismo en Argentina en 1974, dado que sus inveterados enemigos no tuvieron
empacho en desposeerlo de su cargo en la Biblioteca Nacional ni en excluirlo de
la vida cultural porteña.
El entonces presidente Raúl Alfonsín acercándose a saludar a Borges, en 1983.
Dos años después,
ya fuera como consecuencia de su resentimiento o por culpa de una honesta
alucinación, Borges, cuya autorizada voz resonaba internacionalmente, saludó
con alegría el derrocamiento del partido de Perón por la Junta Militar
Argentina, aunque muy probablemente se arrepintió enseguida cuando la
implacable represión de Videla comenzó a cobrarse numerosas víctimas y
empezaron a proliferar los "desaparecidos" entre los escritores. El
propio Borges, en compañía de Ernesto Sábato y otros literatos, se entrevistó
ese mismo año de 1976 con el dictador para interesarse por el paradero de sus
colegas "desaparecidos".
Borges con el presidente Arturo Frondizi.
Borges con el presidente Dr. Arturo Umberto Illia.
En 1971 Borges
publicó en Buenos Aires el cuento largo titulado El congreso. Al año
siguiente viajó a Estados Unidos, donde recibió numerosas distinciones y
pronunció conferencias en diversas universidades. A su regreso a Buenos Aires
publicó el libro de poemas El oro de los tigres y el 24 de agosto, día
de su cumpleaños, recibió un homenaje singular: la publicación en forma privada
de su cuento El otro. En 1973 fue declarado Ciudadano Ilustre de la
Ciudad de Buenos Aires y, paralelamente, solicitó su jubilación como director
de la biblioteca nacional.
En 1986, al
conocerse enfermo de cáncer y temiendo que su agonía fuese un espectáculo nacional,
fijó su residencia en Ginebra, ciudad a la que lo unía un profundo amor y a la
cual Borges había designado una de mis patrias. El 26 de abril se casó
—por poderes— con María Kodama, según Acta de esa fecha labrada en Colonia
Rojas Silva, Paraguay. Falleció el 14 de junio de 1986 a los 86 años víctima de
un cáncer hepático y un enfisema pulmonar. Obedeciendo su última voluntad, sus
restos yacen en el cementerio de Plain Palais. La lápida, realizada por el
escultor argentino Eduardo Longato, es de una piedra blanca y áspera. En lo
alto de su cara anterior se lee Jorge Luis Borges y, debajo, «And ne
forhtedon na», junto a un grabado circular con siete guerreros, una pequeña
cruz de Gales y los años "1899/1986". La inscripción «And ne
forhtedon na», formulada en anglosajón, se traduce como «Y que no
temieran». La cara posterior de la lápida contiene la frase Hann tekr
sverthit Gram ok leggr í methal theira bert, que se corresponde al capítulo
veintisiete de la Saga Volsunga (saga noruega del siglo XIII), y se
traducen como «El tomó la espada, Gram, y la colocó entre ellos desenvainada».
Estos dos mismos versos los utilizó también Borges como epígrafe de su cuento Ulrica,
incluido en El libro de arena, único relato de amor del autor y cuyo
protagonista se llama Javier Otálora. Bajo esta segunda inscripción aparece el
grabado de una nave vikinga, y bajo ésta una tercera inscripción: «De Ulrica a
Javier Otárola», lo que permite interpretar esta última inscripción como una
dedicatoria de María Kodama a Jorge Luis Borges.
Tumba de Jorge Luis Borges en el cementerio de Plain Palais, en Ginebra.
La obra de
Jorge Luis Borges
Borges es sin duda
el escritor argentino con mayor proyección universal. Se hace prácticamente
imposible pensar la literatura del siglo XX sin su presencia, y así lo han
reconocido no sólo la crítica especializada sino además las diversas
generaciones de escritores, que vuelven con insistencia sobre sus páginas como
si éstas fueran canteras inextinguibles del arte de escribir.
Borges fue el
creador de una cosmovisión muy singular, sostenida sobre un original modo de
entender conceptos como los de tiempo, espacio, destino o realidad. Sus
narraciones y ensayos se nutren de complejas simbologías y de una poderosa
erudición, producto de su frecuentación de las diversas literaturas europeas,
en especial la anglosajona -William Shakespeare, Thomas De Quincey, Rudyard
Kipling o Joseph Conrad son referencias permanentes en su obra-, además de su
conocimiento de la Biblia, la Cábala judía, las primigenias literaturas
europeas, la literatura clásica y la filosofía. Su riguroso formalismo, que se
constata en la ordenada y precisa construcción de sus ficciones, le permitió combinar esa gran variedad de elementos sin que ninguno de ellos desentonara.
El primer libro de
poemas de Borges fue Fervor de Buenos Aires (1923), en el que ensayó una
visión personal de su ciudad, de evidente cuño vanguardista. En 1925 dio a
conocer Luna de enfrente y, tres años más tarde, Cuaderno San Martín,
poemarios en los que aparece con insistencia su mirada sobre las
"orillas" urbanas, esos bordes geográficos de Buenos Aires en los que
años más tarde ubicará la acción de muchos de sus relatos.
Puede decirse que
en estos primeros libros Borges funda con su escritura una Buenos Aires mítica,
dándole espesor literario a calles y barrios, portales y patios. El poeta
parece rondar la ciudad como un cazador en busca de imágenes prototípicas, que
luego volcará con maestría en sus versos y prosas.
En 1930 publicó Evaristo
Carriego, un título esencial en la producción borgeana. En este ensayo, al
tiempo que traza una biografía del poeta popular que da título al libro, se
detiene en la invención y narración de diferentes mitologías porteñas, como en
la poética descripción del barrio de Palermo. Evaristo Carriego no responde a
la estructura tradicional de las presentaciones biográficas, sino que se sirve
de la figura del poeta elegido para presentar nuevas e inéditas visiones de lo
urbano, como se manifiesta en capítulos tales como "Las inscripciones de
los carros" o "Historia del tango".
Hacia 1932 da a
conocer Discusión, libro que reúne una serie de ensayos en los que se
pone de manifiesto no sólo la agudeza crítica de Borges sino además su
capacidad en el arte de conmover los conceptos tradicionales de la filosofía y
la literatura. Además de las páginas dedicadas al análisis de la poesía
gauchesca, este volumen integra capítulos que han servido como venero de
asuntos de reflexión para los escritores argentinos, tales como "El
escritor argentino y la tradición", "El arte narrativo y la
magia" o "La supersticiosa ética del lector".
En 1935 aparece Historia
universal de la infamia, con textos que el propio autor califica como
ejercicios de prosa narrativa y en los que es evidente la influencia de Robert
Louis Stevenson y Gilbert Chesterton. Este volumen incluye uno de sus cuentos
más famosos, "El hombre de la esquina rosada".
Historia de la
eternidad (1936) y,
sobre todo, Ficciones (1944) acabaron de consolidar a Borges como uno de
los escritores más singulares del momento en lengua castellana. En las páginas
de este último libro se despliega toda su maestría imaginativa, plasmada en
cuentos como "La biblioteca de Babel", "El jardín de los
senderos que se bifurcan" o "La lotería de Babilonia". También
pertenece a este volumen "Pierre Menard, autor del Quijote", relato o
ensayo -en Borges esos géneros suelen confundirse deliberadamente- en el que
reformula con genial audacia el concepto tradicional de influencia literaria.
También de 1944 es
Artificios, que incluye su célebre cuento "La muerte y la
brújula", en el que la trama policial se conjuga con sutiles apreciaciones
derivadas del saber cabalístico, al que Borges dedicó devota atención. El
Aleph (1949), volumen de diecisiete cuentos, vuelve a demostrar su maestría
estilística y su ajustada imaginación, que combina elementos de la tradición
filosófica y de la literatura fantástica. Además del cuento que da título al
libro, se incluyen otros como "Emma Zunz", "Deutsches
Requiem", "El Zahir" y "La escritura del Dios".
El Hacedor (1960) incluía algunas piezas
escritas treinta años antes y sin embargo guardaba una sólida unidad entre
todas sus partes, no sólo formal sino también en cuanto a contenidos, siempre
alineados en la idea borgeana de que tanto los grandes sistemas de la
metafísica como las parábolas y las elucidaciones de la teología son elementos
que forman parte del gran mundo de la literatura fantástica.
La obra de Borges
se reparte también en un buen número de volúmenes escritos en colaboración,
tanto dedicados a la ficción como al ensayo. Engrosan el caudal de sus escritos
una gran cantidad de notas de crítica bibliográfica y comentarios de
literatura, aparecidos en diferentes publicaciones periódicas argentinas y
extranjeras, además de conferencias y entrevistas en las que desplegó con
inteligencia y mordacidad sus puntos de vista. Se trata de una parte de su obra
que, casi a la misma altura que sus libros considerados mayores, ha sido objeto
recurrente de comentario y estudio por parte de la crítica y de numerosas
recopilaciones.
Bibliografía:
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