Luis Cernuda Bidón nació en Sevilla, España, en la céntrica calle Tójar ,el 21 de septiembre de 1902.Hijo de Amparo Bidón Cuéllar y de Bernardo Cernuda Bauzá. La diferencia de edad entre el poeta y sus hermanas, seguramente se hizo notar mucho cuando los tres todavía eran niños y contribuyó a crear la sensación de aislamiento y soledad que el futuro poeta siempre identificará con sus experiencias de niñez y juventud.
La escasa comunicación afectiva y la estricta disciplina de un padre severo que deja honda huella en su infancial. Esta huella resulta perceptible en el poema «La familia».
Ellos te dieron todo: cuando animal inerme
Te atendieron con leche y con abrigo;
Después, cuando creció tu cuerpo a par del alma,
Con dios y con moral te proveyeron,
Recibiendo deleite tras de azuzarte a veces
Para tu fuerza tierna doblegar a sus leyes.
Te dieron todo, sí: vida que no pedías,
y con ella la muerte de dura compañera.
Estudió con los padres escolapios en Sevilla, primero en el colegio San Ramón, en el que ingresó en septiembre de 1913, y luego en el Calasancio Hispalense, al que se cambió dos años después. Fue el padre Antonio López, como recordará en «Historial de un libro», quien no sólo le enseñó las formas básicas de la expresión poética, sino que también le inició en su carrera como poeta. Por esos mismos años Cernuda leyó a Bécquer, cuya poesía se convirtió en una de sus predilecciones líricas.
Ellos te dieron todo: cuando animal inerme
Te atendieron con leche y con abrigo;
Después, cuando creció tu cuerpo a par del alma,
Con dios y con moral te proveyeron,
Recibiendo deleite tras de azuzarte a veces
Para tu fuerza tierna doblegar a sus leyes.
Te dieron todo, sí: vida que no pedías,
y con ella la muerte de dura compañera.
Estudió con los padres escolapios en Sevilla, primero en el colegio San Ramón, en el que ingresó en septiembre de 1913, y luego en el Calasancio Hispalense, al que se cambió dos años después. Fue el padre Antonio López, como recordará en «Historial de un libro», quien no sólo le enseñó las formas básicas de la expresión poética, sino que también le inició en su carrera como poeta. Por esos mismos años Cernuda leyó a Bécquer, cuya poesía se convirtió en una de sus predilecciones líricas.
En otoño de 1919, Luis Cernuda se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Sevilla. Es probable que para entonces todavía no hubiera descubierto su vocación poética, pero tal vez le ayudara a encontrar su vocación que el primer año de estudios universitarios recibiera clases de Pedro Salinas, reciente catedrático de Historia de Lengua y Literatura Españolas y uno de los poetas más notables de la nueva promoción lírica española. En las tertulias literarias que Salinas ayudaba a organizar, Cernuda leyó y estudió la obra de los grandes clásicos españoles: Fray Luis de León, Góngora, Lope, Quevedo, Calderón, así como la obra de varios autores fundamentales de la literatura moderna de lengua francesa: Baudelaire, Rimbaud, Proust, etc.
A su interés creciente por la poesía, se añade una experiencia muy particular a la que el propio Cernuda habría de asignar especial importancia en cuanto a su vocación como poeta, tal y como lo relataría en «Historial de un libro».
En 1920 murió su padre y la situación económica familiar provoca el traslado de la familia a una casa más modesta. No era de extrañar que, tras licenciarse como abogado en 1925, su madre le exigiera a contribuir a la manutención familiar, cosa que no parecía haber interesado demasiado. Su vocación poética, cada vez más decidida, lo llevará por otros caminos.
La visita de Juan Ramón Jiménez a Sevilla en 1925, contribuyó a afianzar su decisión. Cernuda tuvo ocasión de conocer al poeta español de mayor prestigio del momento, a quien, por entonces, Cernuda leía con verdadera devoción, como recuerda en «Historial de un libro»: «Lo conocí por mediación de Salinas, en Sevilla, una noche de septiembre de 1925, en el Alcázar. Casi no dije palabra, era yo un chico provinciano, un poeta mozo frente a la presencia, casi mítica, del gran poeta. Yo leía y releía, con fervor de neófito, varios de sus libros:Segunda antolojía poética, Diario de un poeta recién casado, Poesía,Belleza...».
Cernuda publicó algunos de sus primeros versos en Revista de Occidente, en 1925. Más tarde, colaboró con las revistas La Verdad,Litoral, Mediodía y Papel de Aleluyas. Una selección más amplia de su obra escritos entre 1924 y los primeros meses de 1926 formaban su primer libro,Perfil del aire, publicado en Málaga en 1927. La acogida dispensada al libro en la prensa fue muy decepcionante: los críticos rechazaron la obra como anacrónico y como ajeno a los ritmos de la modernidad; también acusaron al sevillano de imitar la poesía de Jorge Guillén.
En 1926 empezó a identificarse con el malestar y la rebeldía del surrealismo francés. Sin embargo, por el momento no se atrevió a dar rienda suelta a las profundas inquietudes que compartía con estos escritores. De ahí su «Égloga», su «Elegía» y su «Oda», escritos entre 1927 y 1928. Se trata de tres poemas extensos inspirados en Mallarmé y en Garcilaso: tres ejercicios formales, que apenas mostraban su frustración y rabia que guardaba en su interior.
Al morir su madre en 1928, el poeta abandonó Sevilla.Camino de Madrid, pasó unos días en Málaga. Ésta fue la primera vez que vio el mar y se quedó encandilado; así fue que incluyó una recreación de la costa malagueña en el relato «El indolente», en 1929
"Si alguna vez me pierdo, que vengan a buscarme aquí a Sansueña"
"Si alguna vez me pierdo, que vengan a buscarme aquí a Sansueña"
Una vez en Madrid visitó por primera vez la capital y conoció a Vicente Aleixandre. En 1928 se incorporó a l'École Normale de Toulouse como Lector de español. Durante los siete meses de estancia en esa ciudad, se dedicó a cultivar valores artísticos y literarios nuevos.
Durante su estancia en Toulouse, reconoció su homosexualidad. Liberado de los tabúes que la familia y los amigos suelen imponer, Cernuda hizo mucho por cultivar una nueva imagen. Superando su natural timidez, aprendió a hablar en público.
En 1929, Cernuda viajó a París. La ciudad le deslumbró con sus museos, sus bares y los puestos de libros. Algo de esta misma frustración erótica y vital encontró eco en los poemas que escribió a su regreso a Toulouse, y que luego entrarían a formar parte del libro Un río, un amor: «Remordimiento en traje de noche», «Quisiera estar solo en el sur» y «Sombras blancas». En cuanto experimento con el automatismo propuesto por los surrealistas, estos poemas representaron un paso decisivo en la carrera del poeta. A lo largo de ese mismo año, Cernuda fue acomodándose al ritmo del nuevo impulso, publicando los primeros resultados en la revista malagueña Litoral.
Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,
dormidas en su amor, en su flor de universo,
el ardiente color de la vida ignorando
sobre un lecho de arena y de azar abolido
Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,
dormidas en su amor, en su flor de universo,
el ardiente color de la vida ignorando
sobre un lecho de arena y de azar abolido
En 1929 volvió a Madrid, donde terminó de escribir Un río, un amor.Finalmente entró a trabajar como empleado de la librería de León Sánchez Cuesta a principios de 1930. Este empleo finalizó su imagen de poeta rebelde y se sometió a la nueva rutina. En 1931, empezó un segundo poemario surrealista: Los placeres prohibidos. El estímulo exterior que lo desencadenó fue su relación amorosa con Serafín Fernández Ferro,que ejerció una notable influencia tanto en la vida como en la obra de Cernuda.
Cernuda se sumó a la iniciativa educativa del nuevo gobierno republicano que pretendía llevar la cultura y la educación a lejanos parajes de la geografía española (las Misiones Pedagógicas). Al principio su labor consistió en conseguir libros, para proveer a todas las escuelas nacionales de una biblioteca mínima en la que los alumnos pudieran leer algunos de los grandes clásicos de la literatura española y universal. Pero en 1932 decidió unirse a un grupo de «misioneros» del Museo del Pueblo. Con este grupo recorrió, los pueblos de Ávila, Guadalajara, Segovia, Toledo, Teruel, Huelva y Málaga.
Fue también una escuela de «sensibilización» hacia el lamentable estado en que se encontraba sumergido el país desde hacía siglos. Esta experiencia le abrió los ojos a la triste realidad social, a la miseria cultural en que vivía una parte importante de la población española.
Su actitud ideológica se volvió revolucionaria. De esta actitud hay que destacar la declaración que bajo el título «Los que se incorporan» publicó en Octubre la revista de Rafael Alberti. En dicha nota expresó un rechazo absoluto de la sociedad capitalista moderna.Lo único que le interesaba en ese momento era acabar con el sistema capitalista existente, para que el hombre pudiera así volver a una vida enteramente natural, libre de cualquier ley o código social que pudiera corromper su espíritu.Lo que más le interesaba conseguir era su liberación espiritual.
Entre 1932 y 1933, y en la revista Héroe, publicó los primeros poemas de su siguiente serie: Donde habite el olvido, que se presentó 1934. En 1933 apareció una breve antología, La invitación a la poesía.
Entre 1932 y 1933, y en la revista Héroe, publicó los primeros poemas de su siguiente serie: Donde habite el olvido, que se presentó 1934. En 1933 apareció una breve antología, La invitación a la poesía.
Los viajes que Cernuda realizó con las Misiones Pedagógicas por Andalucía entre 1933 y 1934, dieron lugar a una nueva serie de poemas, cuya temática principal era el mar: «A un muchacho andaluz», «Soliloquio del farero», «El joven marino» que conformarían la colección Invocaciones a las gracias del mundo. En ellos, se entregó a una mitificación de la tierra y del mar andaluces muy similar a la que antes había ensayado al escribir su relato «El indolente».
De esta manera, hacia 1935, se adentró en el andalucismo romántico. Fruto de esto fueron los ensayos «Bécquer y el romanticismo español» y «Divagación sobre la Andalucía romántica», publicados en la revista Cruz y Raya. Su interés por el romanticismo nació con la obra de Bécquer y creció con la poesía de los románticos ingleses . Sin embargo, ningún romántico le influyó tan decisivamente en este período como el alemán Friedrich Hölderlin, cuya influencia se percibe en los poemas «Himno a la tristeza» y «A la tristeza de los dioses» ambos incluidos en Invocaciones.
Después de Perfil del aire, Cernuda sólo había publicado el poemario Donde habite el olvido. Tenía otros cuatro inéditos: Égloga, elegía y oda, Un río, un amor, Los placeres prohibidos e Invocaciones. En abril de 1936, después de preparar una versión refundida de Perfil del aire -que a partir de entonces se conocería como Primeras poesías-, reunió su obra conjunta en un volumen titulado La realidad y el deseo. El libro fue recibido con grandes elogios por poetas y críticos. Pero en el homenaje que sus compañeros de generación le brindaron ninguno habló con más fervor que Federico García Lorca.
La publicación de La realidad y el deseo debería haber servido para consagrar a Cernuda como uno de los grandes poetas de su generación. Pero debido al estallido de la guerra civil en 1936 se puso fin a una época en la vida de toda una generación.
En el verano de 1936, Luis Cernuda y su amiga Concha de Albornoz se trasladaron a París como secretarios del embajador español en Francia. pero esfa estancia en París duró poco tiempo.
Regresó a Madrid donde, durante unas semanas, colaboró con la realización de programas de radio destinados a animar a la tropa leal que defendía la capital.En octubre decidió alistarse en el Batallón Alpino, donde se desempeñó como comisario cultural.En la Alianza de Escritores Antifascistas El Mono Azul, el poeta publicó un breve texto en apoyo a la República.
En 1937, Cernuda se trasladó a Valencia, donde colaboró en la revista Hora de España con poemas como Elegía a un poeta muerto. En el mes de agosto interpretó el papel de Don Pedro en una puesta en escena de Mariana Pineda de Lorca,preparada especialmente para coincidir con el II Congreso de Escritores Antifascistas.
Ese año fueron arrestados dos amigos del poeta. Esto le indignó y angustió pero no lo llevó a abandonar el país. Al contrario,rechazó el ofrecimiento de un puesto de lector en Oslo. Sin embargo, finalmente accedió a la invitación que le hizo un poeta inglés de hacer una gira de conferencias por Inglaterra. El 14 de febrero,salió del España camino de París y Londres. Al atravesar la frontera, tenía la intención de volver a España esa misma primavera. Pero nunca iba a poder regresar.
Las conferencias resultaron ser un pretexto improvisado para alejarlo de la guerra. La supuesta gira quedó reducida a unas charlas ante estudiantes de español en Cambridge y Oxford. En Londres, el poeta trató muy de cerca a Rafael Martínez Nadal y Gregorio Prieto, que le ofrecieron ayuda económica.
En septiembre de 1938, tras un intento fallido de volver a España, Cernuda se incorporó como profesor de español al Cranleigh School. Allí dedicó la mayor parte de su tiempo libre a leer a los poetas ingleses y a escribir nuevos poemas, relatos y ensayos.A principios de 1939, decidió aceptar un puesto de teaching assistant en el departamento de español de la Universidad de Glasgow donde permaneció hasta 1943. Durante estos cuatro años escribió los últimos poemas de Las nubes, casi todo Como quien espera el alba, los poemas en prosa de Ocnos, y varios ensayos críticos. Sus versos alternaban reflexiones sobre su nuevo entorno con evocaciones de la guerra y la patria destruida.
Escribir en España no es llorar, es morir,
Porque muere la inspiración envuelta en humo,
Cuando no va su llama libre en pos del aire.
Así, cuando el amor, el tierno monstruo rubio,
Así, cuando el amor, el tierno monstruo rubio,
Volvió contra ti mismo tantas ternuras vanas, .
Tu mano abrió de un tiro, roja y vasta, la muerte.
En junio de 1945 Cernuda aceptó el ofrecimiento de un puesto en el Instituto Español en Londres. En la capital inglesa, se alojaba en casa del pintor Gregorio Prieto. De esta etapa data el inicio de la traducción de Troilo y Crésida, de Shakespeare, que realizó.
En la primavera de 1947, Concha de Albornoz le escribió desde Estados Unidos, para ofrecerle un puesto como profesor en la misma universidad para mujeres en que ella trabajaba. La invitación le atrajo y, en el mes de septiembre, salió rumbo a Estados Unidos.
Llegó a Massachussets, en 1947. Había dejado atrás la miseria de una Europa devastada por la guerra,y por primera vez contaba con un trabajo bien remunerado.
Pero la alegría de la llegada se disolvió pronto. Cernuda llegó a odiar las nieves permanentes del invierno. Por otra parte se sentía intelectualmente aislado. Muy de vez en cuando lograba visitar otras universidades. Así, en el otoño de 1947, hizo un viaje a la Universidad de Harvard, en Boston.
Al año siguiente realizó algunos viajes por Nueva Inglaterra y Nueva York que le proporcionaron la alegría inicial del reencuentro con personas alguna vez queridas, como Pedro Salinas y Jorge Guillén. Pero no le disuadieron de su idea de abandonar Estados Unidos en cuanto pudiera. La publicación en México, en 1940, de la segunda edición de La realidad y el deseo, despertó su interés por conocer ese país, al que se trasladaría, por vez primera, en el verano de 1949.
En esta primera estancia en México,no pudo sentirse más feliz: a su alrededor volvía a oír hablar en español. En México lo recibieron viejos amigos .Pero Cernuda también entabló amistades nuevas con algunos mexicanos: con Manuel Rodríguez Lozano, Enrique Asúnsulo y Salvador Moreno e Ignacio Guerrero.
Durante el curso 1949-1950 completó su tercer escrito en el exilio, Vivir sin estar viviendo, e inició dos libros nuevos: Con las horas contadas y una colección de poemas en prosa, Variaciones sobre tema mexicano. En este último, el poeta intentó fijar y celebrar el carácter y espíritu del pueblo mexicano, pero a la vez evocar el aire, la luz, la vegetación y las playas de México, un país, que en tantos aspectos se parecía a la Andalucía que había conocido en su niñez y juventud.
En junio de 1951 Cernuda, que buscaba reiteradamente la manera de volver a México, consiguió un permiso para ausentarse de su trabajo durante ocho meses. Una vez en México, se enamoró de un joven llamado Salvador Alighieri, experiencia intensa que le inspiró la serie de Poemas para un cuerpo.
Para entonces, y gracias a la amistad del joven poeta y crítico español José Luis Cano, Cernuda había empezado a reestablecer relaciones literarias con España al publicar una segunda edición aumentada (y censurada) de Ocnos. Cano también lo había invitado a colaborar en la revista Ínsula. Pero el país que interesaba al poeta en ese momento era México. En noviembre de 1952, ya de vuelta, renunció a su puesto de trabajo y, con algunos ahorros y se instaló en la capital mexicana.
Durante su primer año alquiló un apartamento en el centro de la ciudad. A principios de 1954, y con la ayuda de Octavio Paz, Cernuda consiguió, por un lado, un puesto de profesor de tiempo parcial en la Universidad Nacional Autónoma de México y, por otro, una beca de El Colegio de México que le permitió dedicarse a la investigación literaria.
El primer fruto de esta beca fue su polémico libro de Estudios sobre la poesía española contemporánea que, al publicarse en Madrid, en 1957, causó gran revuelo en el mundo literario por formular una crítica muy severa a la obra de poetas como Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas. La beca también le permitió escribir sobre poetas ingleses que dio lugar, en 1958, a la publicación de un libro sobre Pensamiento poético en la lírica inglesa.
Pero si 1958 fue un año importante para Cernuda, esto se debió sobre todo a la publicación de una tercera edición de La realidad y el deseo. Además,decidió añadir al final los primeros poemas de una nueva colección que se llamaría Desolación de la Quimera.
En 1960 se publicó Poesía y literatura, una excelente colección de ensayos literarios escritos en su exilio británico.
Mientras tanto Cernuda iba acostumbrándose a la vida en familia que compartía con su hija Paloma, con su yerno Manuel Ulacia, y con sus nietos Manuel,Luis,Paloma e IIsabel. El gran cariño que sentía por estos niños se confirma no sólo en su correspondencia, sino también en su poesía.
En el verano de 1960 Cernuda se trasladó a Estados Unidos. La experiencia sentó bien a Cernuda, quien entonces volvió a escribir poemas después de un largo período de inactividad. De esta etapa datan composiciones que reflejan sus diferencias con los valores entonces defendidos en España por los promotores de la poesía social. En estos versos nuevos Cernuda dejó muy clara su determinación de no volver nunca a España.
En dos ocasiones más Cernuda volvió a California a dar clases: como profesor visitante en el San Francisco State College, y como profesor invitado de la Universidad de California de Los Ángeles. La publicación hacia finales de 1962 de Desolación de la Quimera , por un lado, y de un homenaje en la revista española La Caña Gris , le proporcionó cierto consuelo.En junio de 1963 Cernuda volvió a Coyoacán, con la intención de iniciar, en septiembre, un curso en la Universidad del Sur de California. Pero, finalmente decidió renunciar al contrato y permanecer en México.
En la mañana del 5 de noviembre de 1963, lo encontraron en el suelo de su habitación, ya sin vida. Había muerto víctima de un paro cardíaco. Desde mediados de los años cincuenta, la obra de Cernuda empezó a ser recuperada por la joven poesía española. Resultado fue la publicación en 1955 de un primer homenaje organizado por los poetas del grupo Cántico:Más trascendencia aún tuvo el homenaje, en 1962, de la revista valenciana La Caña Gris.. Y desde entonces la reputación del poeta ha ido en constante ascenso.
"Si no te conozco, no he vivido; si muero
sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
sin conocerte, no muero, porque no he vivido."
BIBLIOGRAFÍA.
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