El carlismo es un movimiento político tradicionalista y legitimista de carácter antiliberal y contrarrevolucionario surgido en España en el siglo XIX que pretende el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español, y que en sus orígenes propugnaba la vuelta al Antiguo Régimen.
En el siglo XX, el carlismo se fue dividiendo en dos grupos, uno que promueve el, socialismo autogestionario, llamado (el Partido Carlista), y otro partidario del tradicionalismo, llamado Comunión Tradicionalista Carlista. Ambos movimientos tienen actualmente un apoyo electoral residual.
Idiologia.
Los carlistas formaban el ala más conservadora de la sociedad española de la época, englobando a los denominados Apostólicos, católicos tradicionalistas y sobre todo a la reacción antiliberal, por lo que los enfrentamientos entre el rey y su hermano y entre partidarios de ambos son abundantes entre 1830 y 1832.
No obstante, en este punto, conviene señalar que la lucha entre ambos bandos trasciende del mero enfrentamiento dinástico y se convierte en un enfrentamiento político entre los defensores a ultranza del Antiguo Régimen y los partidarios de las reformas liberales, surgidas como consecuencia de la revolución industrial y de las ideas renovadoras de la Revolución Francesa, que dejaban desfasada a la antigua sociedad agraria predominante hasta entonces en España. Además, los partidarios de Don Carlos alentaban la reinstauración de la totalidad de los fueros de los territorios de las zonas sublevadas, lo que explica el mayor auge del movimiento en los territorios que habían disfrutado de regímenes forales, caso de Aragón, Valencia y zonas de Cataluña, así como en los que aún los disfrutaban, caso del País Vasco y Navarra, donde los veían amenazados por el afán de uniformidad de los liberales (de hecho, los primeros movimientos nacionalistas periféricos españoles surgieron a menudo de antiguos carlistas).
Nacimiento.
Fernando VII había quedado viudo por tercera vez, sin descendencia y contrajo un nuevo matrimonio con María Cristina de Borbón-Dos Sicilias en 1829, habiendo designado como sucesor a su hermano Carlos María Isidro. Sin embargo, a finales de marzo de 1830, María Cristina quedó embarazada y ante la posibilidad de tener un heredero, el 31 de marzo de 1830 Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, la cual, aunque había sido aprobada por las Cortes el 30 de septiembre de 1789, en tiempos de Carlos IV, no se había hecho efectiva en aquella época por razones de política exterior. La Pragmática establecía que si el rey no tenía heredero varón, heredaría la hija mayor, lo que suponía de hecho la abolición de la Ley Sálica, que no permitía la transmisión de los derechos de sucesión de la Corona por vía femenina, importada de Francia por Felipe V y restableciendo la tradición castellana. Esta decisión excluía, en la práctica, al infante Carlos María Isidro de la sucesión, en tanto que fuera niño o niña, quien naciera sería el heredero directo del rey.
Aunque Carlos IV había derogado la Ley Sálica mediante la Pragmática Sanción, la disposición no había sido promulgada, por lo que no había entrado en vigor al faltarle un elemento fundamental para la validez jurídica. Fue Fernando VII quien la sancionó —no sabiéndose a ciencia cierta si esto era preciso— y la promulgó en beneficio de su hija, la futura reina Isabel II y en detrimento del que hasta entonces era su heredero, su hermano Carlos María Isidro.
Lo que produjo malestar entre los partidarios del infante Don Carlos, que comenzaron a ser conocidos como carlistas. Ya en septiembre de 1832, con el rey gravemente enfermo en La Granja de San Ildefonso, se produjo la revuelta de los partidarios el infante Carlos para hacerse con el poder, y aunque fracasó, el ministro Francisco Calomarde, próximo a las ideas apostólicas, consiguió la firma del rey en un documento que anulaba la Pragmática Sanción, con lo que el infante Carlos se convertía en el heredero. A pesar de ello, una vez recuperado, Fernando VII anuló el documento derogatorio y el 1 de octubre de 1832 destituyó el gobierno presidido por Calomarde, sustituido por el liberal moderado Francisco Cea Bermúdez, intentando ganarse, con una amnistía y algunas reformas políticas, el apoyo de los liberales a la futura Isabel II, al tiempo que destituía a los partidarios de su hermano Carlos de los puestos de importancia.
Las Guerras Carlistas.
En el siglo XIX se produjeron varias insurrecciones de los carlistas contra el gobierno de Isabel II y sucesivos, denominadas en aquella época guerras civiles. Al producirse una nueva insurrección en 1936, que llevó a una guerra más destructiva, se hizo habitual designar como guerras carlistas a las del siglo XIX, y reservar el término Guerra Civil para la de Guerra Civil Española.
La guerra la planteó Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, por la cuestión sucesoria, ya que había sido el heredero al trono durante el reinado de su hermano Fernando VII, debido a que éste, tras tres matrimonios, carecía de descendencia. Sin embargo, el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión.
Primera Guerra Carlista.
La Primera Guerra Carlista fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833y 1843 entre los partidarios del infante Carlos Maria Isidro de Borban, conocidos como carlista y de un régimen absolutista, y los de Isabel II, denominados isabelinos por apoyar a la regente Maria Cristina de Borban, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado, y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular.
Segunda Guerra Carlista.
La Segunda Guerra Carlista tuvo lugar fundamentalmente en Cataluña entre septiembre de 1846 y mayo de 1849 debido, al menos teóricamente, al fracaso de los intentos de casar a Isabel II con el pretendiente carlista, Carlos Maria Isidro que había sido pretendido por distintos sectores moderados de Isabel, singularmenteJaime Balmes y Juan Donoso Cortez, y del carlismo. Sin embargo, Isabel II terminó casándose con su primoFrancisco de Asis de Borbon.
El conflicto, cuestionado por muchos historiadores como tal guerra, fue fundamentalmente un levantamiento popular en distintos puntos de Cataluña. Las partidas de Matiners combatieron conjuntamente con partidas de ideología republicana, en lo que vino en llamarse coalición carlo-progresista.
Tercera Guerra Carlista.
La Tercera Guerra Carlista se desarrolló en España entre 1872 y 1876 entre los partidarios de Carlos, pretendiente carlista con el nombre de Carlos VII, y los gobiernos deAmadeo I, de la I Republica y de Alfonso XII. En marzo de 1870 Carlos Isidro presentó la dimisión como jefe político y militar del carlismo por creer que no se daban las "condiciones razonables de alcanzar el triunfo por las armas" y no querer exponer a España a una nueva guerra civil. El pretendiente, que llevaba meses preparando la insurrección desde el exilio estableció el 21 abril de 1872 como la fecha para el comienzo de la sublevación.
Esta guerra carlista se desarrolló sobre todo en las Provincias Vacongadas y Navarra. La restauración de los Fueros por el pretendiente en julio de 1872, abolidos por los decretos de nueva planta por Felipe V, influyó en la fuerza del levantamiento en Cataluña y en menor medida en Valencia y Aragon y algunas partidas poco activas por Andalucía, así como el resto del territorio peninsular, especialmente en áreas montañosas donde practicaban el bandolerismo ante su marginalidad y escasa eficacia a la hora de establecer un vínculo con el pueblo que facilitara su actividad guerrillera.
La Guerra provocó entre 7.000 y 50.000 bajas.
El Carlismo Durante La Guerra Civil.
En las elecciones de febrero de 1936 los carlistas consiguieron 10 escaños en las candidaturas de la derecha. Los carlistas rompieron con los alfonsinos en abril de 1936 y prepararon su propio levantamiento armado contra la República, bajo la dirección de Manuel Fal Conde, que había conseguido aumentar espectacularmente la influencia del carlismo en Andalucía, y de Jose Manuel Zamanillo, delegado nacional del Requeté (milicias armadas del carlismo), que habían formado la Junta Militar Suprema Carlista.
Sin embargo, tras largas negociaciones acabaron sumándose al que preparaba el ejército y que daría lugar a la Guerra Civil española, en la que participaron unidades de voluntarios carlistas, agrupados en Tercios de Requetés, los cuáles tuvieron una actividad destacada. Bajo el mando del general Mola formaron una columna que trató de tomar Madrid, no siendo detenida hasta el puerto de Navacerrada. Sin embargo, ya desde el comienzo de la guerra los carlistas, y en especial su líder Manuel Fal Conde, tuvieron serias divergencias con la jefatura de la sublevación. Entretanto, a la muerte del pretendiente Alfonso Carlos el29 de septiembre de 1936 Javier de Borbón-Parma asumió la regencia, tal como había dispuesto el pretendiente.
El carlismo se mantuvo dividido, un grupo más intransigente liderado por Fal Conde, con respaldo del regente Javier de Borbón, y otro más identificado con los sublevados, encabezado por el conde de Rodezno.
El Carlismo en la Actualidad.
Tras la muerte de Franco, el príncipe Sixto de Borbón, hermano de Carlos Hugo, apoyado por elementos de origen franquista y la Comunión Tradicionalista, intentó organizar un carlismo de extrema derecha alternativo al Partido Carlista, con una fuerte colaboración de Fuerza Nueva, llegando sus seguidores a realizar un atentado contra los carlistas fieles a Carlos Hugo en la concentración anual del carlismo en Montejurra en 1976, en lo que comúnmente se denominó como los «Sucesos de Montejurra» y que se saldaron con la muerte a balazos de dos carlistas (Ricardo Garcia Pellejero y Aniano Jimenez Santos) y varios heridos. En sentencia de la Audiencia Nacional de 5 de noviembre de 2003 se reconoció a los dos asesinados como «víctimas del terrorismo», remitiéndose a la Sentencia dictada por el Tribunal Supremo de 3 de julio de 1978, siéndole entregada a una de sus viudas la Medalla de Oro de Navarra. Los responsables de estos hechos se beneficiaron de la amnistía de 1977 y quedó extinguida su responsabilidad penal.
A la llegada de la Transición, el Partido Carlista, que tenía 8.500 militantes en 1977, no pudo participar en las primeras elecciones al parlamento español, por no llegarle el reconocimiento a tiempo, lo que no impidió que pidiera el voto positivo para la Constitución de 1978. Sin embargo, una parte importante de los militantes y simpatizantes del partido optaron por entrar en movimientos nacionalistas y regionalistas de izquierdas. Carlos Hugo dimitió de sus cargos y causó baja en el Partido Carlista en 1980, aunque sin renunciar a sus derechos dinásticos a la corona de España.
Blog realizado por Alvaro Mateo y Ramon Weber.
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